Hay que partir de la base de que es humanamente imposible enseñar y aprender todo lo que quisiéramos.
La educación remota y la desaceleración de
las actividades de enseñanza aprendizaje presenciales presenta desafíos
críticos que ha llevado a reformular todos los escenarios del proceso educativo
en los diferentes niveles de formación, propiciando contextos de evidente
crisis y por supuesto de aprendizajes que, seguramente dejarán una honda huella
educativa y pedagógica. Si bien la comunidad educativa y las instituciones se
encuentran inmersas en contextos de incertidumbre por causa de las diferentes
adecuaciones y la obligada adaptación a mediaciones remotas, se hace necesario
que emerjan acciones pedagógicas para propiciar la continuidad del proceso
formativo. Estas acciones necesariamente deben enmarcarse a partir de
perspectivas flexibles, dialogantes, creativas y sensibles.
En este contexto, es importante hacer énfasis
que los instrumentos, recursos o herramientas tecnológicas a utilizar para
realizar el proceso de enseñanza, aprendizaje,
evaluación y posterior calificación de las actividades planeadas, y que
permiten documentar el aprendizaje y
desarrollo de los conocimientos, habilidades y destrezas de los estudiantes,
los podemos encontrar en diferentes formatos con sus respectivas ventajas y
limitaciones. Sin embargo, es necesario señalar que el uso de dichos
instrumentos, recursos o herramientas tecnológicas y los resultados de su aplicación
no es el fin último de la evaluación, sino que son un insumo más para denotar
el avance en el proceso formativo de los estudiantes.
En este sentido, priorizar al inicio del
curso actividades diagnosticas que permitan evaluar o determinar el nivel de conocimientos,
habilidades o aptitudes de los estudiantes, propiciará el adecuar contenidos y
actividades que respondan a los contextos de los participantes. A su vez,
monitorear el proceso del desarrollo integral
y de los aprendizajes desde una evaluación formativa, permitirá
retroalimentar a los estudiantes y así identificar logros, deficiencias y
oportunidades de mejora, que a su vez determinarán las posibilidades de
propiciar mejores resultados en una evaluación sumativa.
Es fundamental comprender que en tiempos de
pandemia la priorización curricular se hace necesaria, dando paso a algunas
habilidades y contenidos por sobre otros, de tal forma que, el ejercicio de
priorizar no signifique reducir las posibilidades de educar. De igual forma, el
reconocer los contextos de docentes, estudiantes e instituciones propiciará el
realizar adecuaciones curriculares desde la flexibilidad, respetando las
diferentes realidades sociales y culturales, asumiendo el hecho de que se hace
necesario ajustar objetivos, actividades y evaluaciones a las nuevas
realidades.